18 de agosto de 2016

Road Trip por El Peloponeso y Atenas, 8 días



Totalmente recomendable para saborear Grecia desde más ángulos que los de sus famosas islas. El Peloponeso ofrece las ruinas de sus épicas civilizaciones, pero también numerosos ejemplos de ciudades bizantinas, extensos paisajes evocadores de montaña, campo y playas, así como calas fabulosas y pueblos con encanto que para mayor fortuna tienen un turismo muy contenido que conserva las raíces del entorno. En Atenas y Delfos, así como en Nafplió en menor medida, mucho turista extranjero; en el resto, apenas, un 90% de turista local y algunos italianos y franceses.

Road Trip 2016 por el Peloponeso, Grecia

Tras aterrizar por la tarde y coger el coche acordado en Caldera (la low coste de Europcar), enfilamos por una cómoda autopista hasta Nafplio cruzando el canal de Corinto (parada para foto, es una bonita obra de ingeniería). La ciudad llegó a ser capital helena y quizá por ello me la esperaba más grande; sin embargo, es de tamaño más bien pequeño y aglutina numerosos hoteles en torno al casco histórico que se extiende frente al puerto y a los pies de la colina sobre la que se encuentra un antiguo fuerte veneciano. Punto habitual de alojamiento para quienes visitamos las ruinas de Micenas y Epidauro (y Argos y otras tantas que no vimos), sí que tiene trajín de turistas, y bastante infraestructura para ellos. Con todo, es bonita y conserva calles con edificios señoriales y calles floridas que le aportan encanto; su paseo junto al mar bordeando la colina es muy bonito también. Con respecto a las ruinas, el teatro de Epidauro es espectacular (lo vimos a las 8h para evitar afluencia masiva y el calor) y el resto del recinto, así como Micenas, son excavaciones con poco en pie. En el caso de la segunda, la puerta de los leones y el denominado tesoro de Agamenón algo contienen con sus murallas ciclopeas, pero uno tiene que echarle imaginación para reconstruir con pocos restos aquellas civilizaciones de tiempos de la batalla de Troya.

Nafplio, Peloponeso, Grecia

El tercer día, salimos temprano hasta Monemvasia, en Laconia, a donde llegamos a mediodía. Como el día era caluroso y el hotel (Filomenas) se encontraba frente a la península, aprovechamos para darnos un primer baño en el Egeo en aguas limpísimas (playa de piedra) y para comer en la misma playa frente al mar. Por la tarde, a media tarde fuimos andando (15 minutos) hasta la fortaleza de origen bizantino que tanto me había impresionado por imágenes. Es impresionante y preciosa, con innumerables callejones y recovecos, plazas y perspectivas varias desde donde admirar sus muros, propios de una ciudad de Juego de Tronos. Bajamos a pie de mar (podías bañarte a los pies de la muralla) y subimos hasta lo más alto del peñón, en donde se encuentra una iglesia y los restos de una ciudad antigua. La perspectiva es alucinante, si bien es cierto que el lado de la población se orienta al Este y por lo tanto el atardecer no se aprecia especialmente. Tiene una calle principal de donde salen varios restaurantes y comercios y comimos muy bien en uno de ellos. Tras ello, última vuelta y regreso al hotel cruzando el puente.

Monemvassia, Peloponeso. Grecia.

Monemvassia, Peloponeso. Grecia.

Monemvassia, Peloponeso. Grecia.

Monemvassia, Peloponeso. Grecia.

Nos quedamos con ganas de recorrer la península que tiene muchos atractivos, pero al día siguiente salimos temprano en ruta para recorrer la península de Mani. De camino paramos para darnos un baño en Skoutari, minúscula población frente a una bahía preciosa con aguas cristalinas, y en Kotronas, en donde nos tomamos frente al mar un Fredo Cappuccino (Café helado, lo preparan fantástico), antes de continuar para comer en Gerolimenas. Esta pequeña población de pescadores tiene una bahía con mucho encanto, con tavernas junto al mar, playa de piedras con poca gente y por supuesto con aguas cristalinas. De ahí seguimos hasta Vathia, conjunto de casas en ruinas de origen bizantino desde donde se aprecia un bonito atardecer, y condujimos por el paisaje montañoso y yermo de Mani hasta Areopolis. Esta población nos sorprendió igualmente por su encanto y su ambiente veraniego, con un pequeño casco antiguo empedrado muy animado; un acierto como lugar desde el que explorar la región.

Skoutari, Peloponeso. Grecia.
Gerolimenas, Peloponeso. Grecia.
Areopolis, casco viejo.

Al día siguiente enfilamos hacia el norte por la carretera de la costa hacia Kalamata, por un recorrido costero de pequeñas aldeas de piedra y preciosos rincones playeros, como el de Kardamili, en donde hicimos una parada para un baño agradecido en primera línea, un destino familiar que se antoja muy relajante. Seguimos hacia el norte con idea de entrar en las ruinas de la antigua Messeni pero lo desestimamos al constatar que no iba a ser sano visitarlas después de comer a 35º. De modo que continuamos y en su lugar hicimos una parada en uno de los accesos a las kilométricas playas de arena de Tholo, sorprendente como siempre la escasa afluencia a las mismas en pleno verano. Seguimos luego hasta las ruinas de la antigua Olympia, que visitamos a última hora apreciando los distintos rincones e imaginando la celebración de los juegos olímpicos en los escasos restos del Estadio. También nos asomamos rápidamente a su museo, en donde destaca el Hermes de Praxíteles. Por lo demás, la población no tiene ningún atractivo.

Playas de Tholo, Peloponeso. Grecia.

Estadio de Olympia, Peloponeso. Grecia.

La ruta nos llevaba al día siguiente fuera del Peloponeso propiamente dicho, cruzando por el puente de Patras hasta la otra orilla del golfo de Corinto, en donde pararíamos en dos poblaciones que al igual que Atenas yo ya conocía de mi viaje en 2013. Primero nos detuvimos en Nafpaktos (Lepanto) para tomar una bebida y dar una vuelta por su casco antiguo alrededor de su coqueto puerto amurallado, saludando la estatua de Cervantes y continuando por la costa hasta Galaxidi. Este pequeño pueblo me cautivó en su día y quería visitarlo con Isa; no nos defraudó, y disfrutamos en el mismo hotel familiar (Artchondiko Hotel), dándonos un baño en una minúscula cala y comiendo muy bien en el puerto.

Galaxidi, Grecia.

Galaxidi, Grecia.
 
Al día siguiente terminaríamos nuestro road trip devolviendo el coche en el aeropuerto antes de coger un vuelo para ir a las islas. Por la mañana nos dio tiempo a otro baño en una cala de Galaxidi, y tras dejar la población a mediodía, enfilamos a Delfos en donde casi nos derretimos subiendo por sus ruinas, cobijándonos en las escasas sombras y tomando finalmente un respiro desesperado en su museo refrigerado. Tras ello, comimos y solo dio tiempo a regresar al aeropuerto de Atenas.

Plaka, Atenas. Grecia.

Partenón, Acrópolis de Atenas. Grecia.

Acrópolis de Atenas. Grecia.

Tras el viaje por Santorini y Amorgos, llegaríamos a Atenas por la mañana, en donde teníamos día y medio. Ese primer día visitaríamos los alrededores de la Acrópolis, comimos y cenamos en los callejones de Plaka y recorrimos los parques de alrededores. Al atardecer fuimos a la colina desde la que se aprecian mejores vistas de la Acrópolis. Muy bonito. El último día madrugamos para entrar a primera hora a la Acrópolis y ver el Partenón, a pesar de lo cual sufrimos el calor sofocante de su atalaya. Una vez admirado todo el recinto, espectacular como siempre, dimos una última vuelta por Plaka antes de regresar. En conjunto, un viaje muy agradecido. ¡Volveremos!

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