1 de marzo de 2011

Costa Oeste y lagos de la Isla Sur

Pueblos “del Oeste”, glaciares milenarios, abruptos acantilados, montañas exuberantes de arboleda, y lagos “de cuento” con verdes praderas, montañas y un pequeño pueblo decorándolo. Los últimos días hemos recorrido muchos kilómetros de carretera para terminar de recorrer la Costa Oeste, y cruzar la cordillera Alpina por el paso de Haast hasta llegar a Wanaka primero y a Queenstown más tarde.

El viernes nos alojamos en el Duke’s Backpackers de Greymouth (recomendable), ciudad minera que vivió su apogeo a finales del siglo XIX y que nos rememoró a las ciudades de los Westerns. Grande para las poblaciones de esa costa, pero que no albergaría más de 5.000 personas. Al día siguiente retomaríamos la ruta 6 que recorre la costa para visitar los 2 glaciares más célebres: Franz Josef y Fox. Para nuestra alegría, podíamos acercarnos a verlos gratuitamente aparcando no muy lejos y recorriendo un sendero. Son muy bonitos, imponentes en su asentamiento en el valle alpino, vertiendo agua blanquecina proveniente de sus catacumbas y encauzados por altas paredes verticales de granito. Nos detuvimos largo rato contemplándolos, por lo que hicimos noche en un Holiday Park junto al segundo glaciar; un alojamiento que bautizamos como “Dharmaville” por su apariencia idílica junto a la cordillera y que nos regaló un atardecer despejado con el que pudimos apreciar el pico nevado del Monte Cook, el más alto de este país.

Aún nos quedaba costa que recorrer, pero decidimos recorrerla en coche para llegar cuanto antes a los puntos del sur señalados como imprescindibles, por lo que hicimos 5 horas de trayecto en coche. Que si bien es un tiempo largo, permite disfrutar de paisajes fabulosos con caminos entre altísimos bosques y montes desbordantes de naturaleza que nos obligan a detenernos cada 30 minutos en un costado para asomarnos a ríos de agua turquesa, acantilados empinados, playas, lagos y pequeñas cascadas. NZ es naturaleza en estado puro, con estampas grandilocuentes en las que no se divisa una sola casa. El lago Wanaka en su vertiente opuesta al pueblo, el lago Hawea que parece coloreado con Photoshop… viajar así es un gustazo! Wanaka sería nuestro siguiente destino, en donde nuevamente escogimos un Holiday Park junto al lago. El pueblo es idílico, con un núcleo de poco más de 10 manzanas de casas de 2 alturas acodado junto al lago, un paseo de sauces llorones en la orilla y un inmenso parque a un costado, también frente al lago ¿Qué habrían hecho en Europa con ese espacio verde?... claro, que estamos en Nueva Zelanda, son unos pocos, el que menos tiene una hectárea de terreno y hay taaanta naturaleza deslumbrante a dos pasos que solo queda mimetizarse. Y disfrutar. Siguiendo nuestro modus operandis de ahorro, compramos comida en el New World, nos cocinamos algo sano para cenar y al día siguiente nos hicimos unos sandwiches para realizar un trekking de 4 horas que nos recomendaron, el Diamonds Lake. Espectaculares vistas sobre el lago, sobre el PN Aspiring y sobre Wanaka y sus praderas limítrofes.

Y llegamos a Queenstown. De camino paramos en otra bodega de vinos del valle Gibbston que nos recomendaron. Tras catar gratuitamente 7 de sus vinos (Algunos blancos son buenos, los tintos bastante malos en nuestra opinión) compramos una botella para la cena y a la llegada a la ciudad nos alojamos en el primer Backpackers que encontramos libre, que fue el octavo de ellos, ya que la oferta es amplia y el destino es ineludible entre los turistas. Queenstown está emplazado en la esquina del lago Wakatipu, entre altas montañas de perfil alpino y es probablemente el núcleo urbano con mayor reclamo internacional. Puede asemejarse a las ciudades suizas pero con la notable diferencia de que el grueso de la población es joven, no en vano se la considera la capital mundial del deporte de riesgo, y la oferta de deportes de aventuras para practicar en sus ríos, montañas y lagos es ilimitada. Sin embargo, los precios son muy altos, y no somos entusiastas de ello, por lo que nos hemos limitado a realizar un nuevo trekking hasta el pico de una montaña cercana para contemplar la ciudad. El recorrido entre árboles ha sido muy bonito, nos hemos encontrado con dos españoles de viaje por el mundo (saludos a Joan y Marisol!) y hemos disfrutado de unas vistas majestuosas. Tenían además un carácter especial para mí, por tratarse del motivo por el que mis padres emprendieron 35 años atrás su vuelta al mundo, por lo que me alegré doblemente de poder disfrutarlo también. Me he acordado de vosotros, es genial ;). Y ahora nos vamos a tomar unas pintas, ya que parece que hay ambiente. El paseo junto al muelle es muy bonito y con mucho movimiento y se aprecia vida por primera vez en Nueva Zelanda, con varios Pubs con buen aspecto, por lo que vamos a disfrutar un rato.


Continuaremos mañana a Glenorchy y luego a Te Anau y Milford Sound. Ya os contaremos. Un abrzo!

1 comentario:

  1. Grrr... no sé si seguir entrando aquí a leer!! Yo tb me he acordao de ti hoy pero porque me han kitao eso que tenía y tú tuviste... y es un coñazo los días después!! A seguir pasándolo bien!

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